miércoles, 4 de diciembre de 2013

BANGASSOU

El obispo español Juan José Aguirre, residente en el país desde hace 35 años, muestra a ABC la realidad de la crisis.  
«Han destruido la memoria histórica de la República Centroafricana»


«No todos los Seleka son musulmanes, ni todos los musulmanes son Seleka, de manera que poner a todos en la misma cacerola es un problema». En la confusión de República Centroafricana, el obispo español Juan José Aguirre expresa claridades. Que nadie se engañe, tras 35 años en el país no es ningún analista de sofá y manta como otros que opinan de la crisis. Simplemente sabe de lo que habla.
En marzo, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka («alianza», en lengua sango) provocaba la salida del país del presidente François Bozizé y abría una crisis política en el país africano que aún continúa. Desde entonces, Naciones Unidas asegura que la región se encuentra ante la amenaza de un «genocidio» tras la espiral de violencia desatada entre grupos cristianos y musulmanes en los últimos meses.
«Ahora que los mercenarios (la mayoría, originarios de Chad y Sudán, quienes llegaron al conflicto bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que dispone el país) se están marchando, la gente que ha sido pisoteada en estos diez meses se empieza a envalentonar, empieza a hacer frente al Seleka. Ahora hay un sentimiento de venganza, de (como dicen ellos) 'la segunda parte del partido'. Y en esta segunda parte se ataca a los Seleka y, en ocasiones, a cualquier musulmán. Esto ha producido que musulmanes, sobre todo, los que son comerciantes, se armen», reconoce a ABC, en conversación telefónica, Juan José Aguirre.
Para este cordobés, enmarcado en la diócesis de Bangassou (sureste del país), «desde su llegada el 24 de marzo a la capital, Bangui, los Seleka han hecho del país algo verdaderamente caótico, lleno de desmanes. Han pisoteado los derechos humanos, pero sobre todo, han destruido la memoria histórica de la República Centroafricana, al acabar con las alcaldías, los tribunales, las partidas de nacimiento...»
Y el principal problema de esto es que, en caso de celebrarse nuevas elecciones (como así demanda Naciones Unidas), realizar un censo real sería tarea casi imposible. «Chadianos y sudaneses están aprovechando para coger la nacionalidad. Con esto, el 15% de musulmanes que había el año pasado en el país, con quien nos llevábamos muy bien, ahora serían el 30-35% de la población», destaca.

¿Posibilidad de genocidio?

Sin embargo, el misionero comboniano busca huir de los alarmismo de la comunidad internacional: «Algunos medios hablan de un pre-genocidio, pero no lo veo ni mucho menos. Nosotros hemos creado un comité de protestantes, católicos y musulmanes, para expresar la necesidad de pasar página y perdonar», asegura.
En estas crisis, la experiencia es un grado. «En mis 35 años tengo tengo en mis pupilas momentos agradables y desagradables. Éste ha sido muy duro, con diez meses de pisoteo absoluto de los derechos humanos. En el mes de marzo nos saquearon todo. Venían con esta intención de expulsar a las misiones católicas. Nos robaron todo, pero no la fe y la esperanza», asevera.
Es precisamente, la gran confusión del conflicto, la principal arma de los grupos beligerantes.
«Ahora todos tienen miedo de todos», asegura el obispo español, quien recuerda los intereses económicos del conflictos (yacimientos petrolíferos en el norte).
Monseñor Aguirre, no obstante, es optimista. «Creo que los refugiados van a volver, que los mercenarios huirán y que la República Centroafricana no va a ser ningún santuario yihadista como están intentando».

Las primeras tropas francesas llegan la crisis

E. S. MOLANO / NAIROBI
Un primer contingente compuesto por 200 soldados franceses ya se encuentra desplegado en la República Centroafricana para frenar la crisis que asuela el país. A ellos se unirán, en las próximos días, 800 nuevos efectivos militares, hasta completar los 1.000 anunciados la semana pasada por el presidente François Hollande.
En este sentido, el embajador galo ante la ONU, Gerard Araud, asegura que la intervención en el país africano será «más sencilla» que en Malí, ya que se trata de luchar contra «delincuentes armados, no una oposición organizada».
Curiosamente, a pesar de su «sencillez», la comunidad internacional ya habla de evitar una «nueva Ruanda» en el corazón del continente.

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