El obispo español Juan José Aguirre, residente en el país desde hace 35 años, muestra a ABC la realidad de la crisis.
«No
todos los Seleka son musulmanes, ni todos los musulmanes son Seleka, de
manera que poner a todos en la misma cacerola es un problema». En la
confusión de República Centroafricana, el obispo español Juan José
Aguirre expresa
claridades. Que nadie se engañe, tras 35 años en el país no es ningún
analista de sofá y manta como otros que opinan de la crisis. Simplemente sabe de lo que habla.
En
marzo, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka («alianza», en
lengua sango) provocaba la salida del país del presidente François
Bozizé y abría una crisis política en el país africano que aún continúa.
Desde entonces, Naciones Unidas asegura que la región se encuentra ante
la amenaza de un «genocidio» tras la espiral de violencia desatada
entre grupos cristianos y musulmanes en los últimos meses.
«Ahora
que los mercenarios (la
mayoría, originarios de Chad y Sudán, quienes llegaron al conflicto
bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que
dispone el país) se están marchando, la gente que ha sido pisoteada en estos diez meses se empieza a envalentonar,
empieza a hacer frente al Seleka. Ahora hay un sentimiento de venganza,
de (como dicen ellos) 'la segunda parte del partido'. Y en esta segunda
parte se ataca a los Seleka y, en ocasiones, a cualquier musulmán. Esto
ha producido que musulmanes, sobre todo, los que son comerciantes, se
armen», reconoce a ABC, en conversación telefónica, Juan José Aguirre.
Para este cordobés, enmarcado en la diócesis de Bangassou (sureste del país),
«desde su llegada el 24 de marzo a la capital, Bangui, los Seleka han
hecho del país algo
verdaderamente caótico, lleno de desmanes. Han pisoteado los derechos
humanos, pero sobre todo, han destruido la memoria histórica de la
República Centroafricana, al acabar con las alcaldías, los tribunales,
las partidas de nacimiento...»
Y
el principal problema de esto es que, en caso de celebrarse nuevas
elecciones (como así demanda Naciones Unidas), realizar un censo real
sería tarea casi imposible. «Chadianos y sudaneses están aprovechando
para coger la nacionalidad. Con esto, el 15% de musulmanes que había el
año pasado en el país, con quien nos llevábamos muy bien, ahora serían el 30-35% de la población», destaca.
¿Posibilidad de genocidio?
Sin
embargo, el misionero comboniano busca huir de los alarmismo de la
comunidad internacional: «Algunos medios hablan de un pre-genocidio,
pero no lo veo ni mucho menos. Nosotros hemos creado un comité de
protestantes, católicos y musulmanes, para expresar la necesidad de pasar página y perdonar», asegura.
En
estas crisis, la experiencia es un grado. «En mis 35 años tengo tengo
en mis pupilas momentos agradables y desagradables. Éste ha sido muy
duro, con diez meses de pisoteo absoluto de los derechos humanos. En el
mes de marzo nos saquearon todo. Venían con esta intención de expulsar a
las misiones
católicas. Nos robaron todo, pero no la fe y la esperanza», asevera.
Es precisamente, la gran confusión del conflicto, la principal arma de los grupos beligerantes.
«Ahora
todos tienen miedo de todos», asegura el obispo español, quien recuerda
los intereses económicos del conflictos (yacimientos petrolíferos en el
norte).
Monseñor
Aguirre, no obstante, es optimista. «Creo que los refugiados van a
volver, que los mercenarios huirán y que la República
Centroafricana no va a ser ningún santuario yihadista como están intentando».
Las primeras tropas francesas llegan la crisis
E. S. MOLANO / NAIROBI
Un primer contingente compuesto por 200
soldados franceses ya se encuentra desplegado en la República
Centroafricana para frenar la crisis que asuela el país. A ellos se
unirán, en las próximos días, 800 nuevos efectivos militares, hasta completar los 1.000 anunciados la semana pasada por el presidente François Hollande.
En este sentido, el embajador galo ante la ONU, Gerard Araud, asegura que la intervención en el país africano será «más sencilla» que en Malí, ya que se trata de luchar contra «delincuentes armados, no una oposición organizada».
Curiosamente, a pesar de su «sencillez», la comunidad internacional ya habla de evitar una «nueva Ruanda» en el corazón del
continente.
Fuente: Periódico Digital ABC
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