Cuando las sombras de la noche del Sábado Santo han caído como
oscuro manto sobre los tejados, y el Santo Entierro, el Cristo de la
Buena Muerte y la Virgen de la Soledad traspasan las puertas y entran en
la Parroquia de San Sebastián, Estepa y sus gentes presienten el
momento final de esa manifestación de fe y fervor que es la celebración
de nuestra Semana Santa.
El esfuerzo cofrade un año más, ha valido
la pena. Se ha trabajado con ilusión y empeño, para que gracias a esa
voluntad colectiva de los hermanos cofrades, las manifestaciones
religiosas y sus tradiciones sigan adelante un año más; como viene
siendo desde hace varios siglos.
Se recoge todo debidamente.
Las mujeres y hombres cofrades, con todo el esmero y cariño que son
capaces de poner en ello, limpian y guardan en sus casas de Hermandad
los enseres más queridos, y colocan las imágenes en sus capillas para
quedar expuestas a la veneración popular que los fieles les dedicarán
durante el año.
Los hermanos nazarenos guardarán también sus
túnicas, antifaces, capas y cordones, que dormirán un largo sueño hasta
que pasado un año, las madres o esposas las vuelvan a sacar de sus
cómodas y roperos, para volver a darnos la alegría de vivir una nueva
estación de penitencia acompañando cada hermano a sus queridas imágenes.
Parecería que todo ha terminado, que Cristo ha muerto y su cuerpo ha
sido sepultado, y ahí acaba todo. Y es cierto; esa jornada de sábado
Santo, concluye la Pasión de Jesús, pero aún queda por llegar al día
siguiente el momento del triunfo, en el que Cristo, como estaba escrito,
vence a la muerte volviendo a la vida, en un domingo de Resurrección
alegre, que ha desplazado las sombras de la muerte.
Aún le falta a
nuestra Semana Mayor una imagen: la de Jesús en el momento de su
gloriosa Resurrección, que sí, sería la que pusiera en Estepa el broche
final a sus desfiles procesionales, clausurando la Semana Santa el
domingo.
Porque nuestra religión, no se fundamenta en la muerte del
Hijo de Dios, sino en la continuidad de su vida y obra, tras la
Resurrección después de la expiración en la cruz, y su ascensión a los
cielos.
La nuestra, es por tanto, una religión de vida, y no de muerte.
Que esta época Cuaresmal que estamos viviendo, y la Semana Santa que
dentro de pocos días vamos a vivir, sean para todos los creyentes
cristianos un paréntesis en nuestras vidas, de sosiego, meditación y
lectura de la Pasión en los Evangelios; un tiempo de vivir con devoción y
entusiasmo el sentimiento cofrade, donde no falte la espiritualidad
interna, ni la oración esperanzada por los más pobres y necesitados de
la sociedad, por la Paz y por los males del Mundo.
Que también sean
días de mantener vivos en el recuerdo a tantos buenos cofrades tan
queridos, y elevar una plegaria por ellos; padres, madres, hermanos,
hijos o cónyuges que ya no están entre nosotros, porque gozan del reino
de la Luz y del Amor, donde vivirán una Semana Santa distinta, en la
presencia de Jesús, y María, su Madre.
*
Y hoy en este Pregón,
Quise loar con mi canto
Nuestra Semana Mayor
Que recuerda la Pasión,
De Aquél hombre Justo y Santo.
*
El que va en la Borriquita,
El que continúa vivo
En el amor y el cariño
Rodeado de sus niños,
Entre las palmas y olivos.
*
A esa Madre que es Piedad,
¿Quién olvidarla podría?
Con semblante de aflicción
Llevas alma y corazón;
Lleno de Angustias, María.
*
Y a Pedro que en su tristeza
Orando va entre clamores,
Lo acompaña en su dolor
Una madre todo Amor;
La Virgen, de los Dolores.
*
Quise cantarle a un Señor
Que en suplicio redentor,
En madrugada sin luz
Clavado va en una cruz;
Y es el Cristo del Amor.
*
Pero también hubo un Niño.
El que a las penas del hombre,
Vino a traer su alegría
Junto a la Paz de María;
Y es Jesús, su Dulce Nombre.
*
También recordé otro Cristo,
Que llaman de la Salud
Y muerto fue en el Calvario,
Cuyo cuerpo es un Sagrario
Lleno de Amor y Virtud.
*
Mas yo no pude olvidar
A un Cristo que es flagelado,
Y allí su Madre Esperanza
Sufriendo lo ve en la plaza,
A una columna Amarrado.
*
Y le canté al Nazareno
Que sobre un monte morado,
Lleva al Calvario su cruz;
Y detrás de ti, Jesús,
Toda Estepa, va a tu lado.
*
A esa Madre en Soledad
Y al Cristo de Buena Muerte,
También le recé poemas
Llenos de tristeza y penas,
Por el Señor que va inerte.
*
Quien pronuncia este Pregón,
Termina aquí sus poemas.
Calla el heraldo que canta;
Ahora nos queda la espera
De ver la Semana Santa,
Y vivir con emociones
El sentir, las devociones,
De las almas cofradieras,
Rezando a Cristo oraciones
Por esos bellos rincones
Y calles de Estepa entera,
Alumbradas por la cera
Que va iluminando el rostro
De las Vírgenes más bellas,
Que en noches de primavera
Más hermosas que ninguna,
Se pasean por mi Estepa,
¡Bajo un palio hecho de luna,
Y de millones de estrellas!
***
Y hoy en este Pregón,
Quise loar con mi canto
Nuestra Semana Mayor
Que recuerda la Pasión,
De Aquél hombre Justo y Santo.
*
El que va en la Borriquita,
El que continúa vivo
En el amor y el cariño
Rodeado de sus niños,
Entre las palmas y olivos.
*
A esa Madre que es Piedad,
¿Quién olvidarla podría?
Con semblante de aflicción
Llevas alma y corazón;
Lleno de Angustias, María.
*
Y a Pedro que en su tristeza
Orando va entre clamores,
Lo acompaña en su dolor
Una madre todo Amor;
La Virgen, de los Dolores.
*
Quise cantarle a un Señor
Que en suplicio redentor,
En madrugada sin luz
Clavado va en una cruz;
Y es el Cristo del Amor.
*
Pero también hubo un Niño.
El que a las penas del hombre,
Vino a traer su alegría
Junto a la Paz de María;
Y es Jesús, su Dulce Nombre.
*
También recordé otro Cristo,
Que llaman de la Salud
Y muerto fue en el Calvario,
Cuyo cuerpo es un Sagrario
Lleno de Amor y Virtud.
*
Mas yo no pude olvidar
A un Cristo que es flagelado,
Y allí su Madre Esperanza
Sufriendo lo ve en la plaza,
A una columna Amarrado.
*
Y le canté al Nazareno
Que sobre un monte morado,
Lleva al Calvario su cruz;
Y detrás de ti, Jesús,
Toda Estepa, va a tu lado.
*
A esa Madre en Soledad
Y al Cristo de Buena Muerte,
También le recé poemas
Llenos de tristeza y penas,
Por el Señor que va inerte.
*
Quien pronuncia este Pregón,
Termina aquí sus poemas.
Calla el heraldo que canta;
Ahora nos queda la espera
De ver la Semana Santa,
Y vivir con emociones
El sentir, las devociones,
De las almas cofradieras,
Rezando a Cristo oraciones
Por esos bellos rincones
Y calles de Estepa entera,
Alumbradas por la cera
Que va iluminando el rostro
De las Vírgenes más bellas,
Que en noches de primavera
Más hermosas que ninguna,
Se pasean por mi Estepa,
¡Bajo un palio hecho de luna,
Y de millones de estrellas!
***
He dicho.
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