CATEQUESIS DEL PAPA SOBRE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO: EL DON DE CIENCIA
-"LA NATURALEZA ES UN REGALO DE DIOS Y DEBEMOS CUIDARLA Y CUSTODIARLA"
Les ofrecemos, queridos amigos, el texto completo de la catequesis de hoy del Papa Francisco sobre el don de Ciencia:
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quiero hablar de otro don del Espíritu Santo, el don de ciencia.
Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la
capacidad del hombre de conocer siempre mejor la realidad que lo
circunda y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el
universo.
Pero la ciencia que viene del Espíritu Santo no se
limita al conocimiento humano: es un don especial que nos lleva a
percibir, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su
relación profunda con cada criatura.
1- Cuando nuestros ojos son
iluminados por el Espíritu Santo, se abren a la contemplación de Dios,
en la belleza de la naturaleza y en la grandiosidad del cosmos, y nos
llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, cada cosa nos habla
de su amor. ¡Todo esto suscita en nosotros gran estupor y un profundo
sentido de gratitud!
Es la sensación que sentimos también cuando
admiramos una obra de arte o cualquier maravilla que sea fruto del
ingenio y de la creatividad del hombre: de frente a todo esto, el
Espíritu nos lleva a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro
corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don
inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.
2- En el primer capítulo del Génesis, precisamente al inicio de toda la
Biblia, se pone en evidencia que Dios se complace de su creación,
subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al final
de cada jornada, está escrito: “Dios vio que era cosa buena”
(1,12.18.21.25). Pero si Dios ve que la creación es una cosa buena y una
cosa bella, también nosotros tenemos que tener esta actitud: de ver que
la creación es cosa buena y bella.
Y con el don de la ciencia,
alabamos a Dios por esta belleza, damos gracias a Dios por habernos dado
¡tanta belleza! Y este es el camino.
Cuando Dios terminó de
crear al hombre no dijo “vio que era cosa buena”, dijo que era “muy
buena”; nos acerca a Él. Y a los ojos de Dios nosotros somos lo más
bello, lo más grande, lo más bueno de la creación. Pero padre, ¿los
ángeles? ¡No! Los ángeles están más abajo nuestro, ¡nosotros somos más
que los ángeles! Lo escuchamos en el libro de los Salmos. ¡Nos quiere el
Señor! Debemos agradecerle por esto.
El don de la ciencia nos
pone en profunda sintonía con la Creación y nos hace partícipes de la
limpidez de su mirada y de su juicio. Y es en esta perspectiva que
logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación,
como cumplimiento de un designio de amor que está impreso en cada uno de
nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas.
3. Todo esto es fuente de serenidad y de paz y hace del cristiano un
gozoso testigo de Dios, en las huellas de San Francisco de Asís y otros
muchos santos que supieron alabar y cantar su amor a través de la
contemplación de la creación.
Al mismo tiempo, sin embargo, el
don de ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o
equivocadas. El primero es el riesgo de considerarnos dueños de la
creación. Porque la creación no es una propiedad, que podemos gobernar a
voluntad. Tampoco es propiedad de sólo algunos pocos: la creación es un
regalo, es un don maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo
cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto
y gratitud.
La segunda actitud equivocada es la tentación de
quedarnos en las criaturas, como si éstas pudieran ofrecer la respuesta a
todas nuestras expectativas. Y el Espíritu Santo con el don de la
ciencia nos ayuda a no caer en esto.
Pero yo quisiera volver a la
primera vía equivocada: no hay que "adueñarse de la creación", sino
cuidarla. Debemos cuidar la creación, es un don que el Señor nos ha
dado, para nosotros, ¡es un regalo que nos hace Dios! Nosotros somos
custodios de la creación.
Pero cuando explotamos la creación,
¡destruimos el signo del amor de Dios! Destruir la creación es decir a
Dios: “no me gusta esto, no es bueno”. ¿Y qué te gusta a ti? Me gusto a
mí mismo: ¡éste es el pecado! ¿Han visto? La custodia de la creación es
precisamente la custodia del don de Dios.
Y también es decir al
Señor: “Gracias, yo soy el dueño de la creación. Pero para hacerla
seguir adelante yo no destruiré jamás tu don”. Y esta debe ser nuestra
actitud con respecto a la creación. Custodiarla, porque si nosotros
destruimos la creación, la creación nos destruirá. No olviden esto.
Una vez, yo estaba en el campo y escuché un dicho de parte de una
persona simple, a la cual le gustaban tanto las flores; él cuidaba estas
flores y me dijo: “Debemos custodiar estas bellas cosas que Dios nos ha
dado. La creación es para nosotros; para que nosotros la aprovechemos
bien. No explotarla, custodiarla. Porque, ¿usted sabe padre?” – así me
dijo – “Dios perdona siempre”. Sí, y esto es verdad, Dios perdona
siempre. “Nosotros seres humanos, hombres y mujeres, perdonamos algunas
veces” . Y sí, algunas no perdonamos. “Pero la naturaleza, padre, no
perdona jamás y si tú no la cuidas, ella te destruirá”.
Esto debe
hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo este don de la ciencia, para
entender bien que la creación es el más hermoso regalo de Dios. Que Él
ha dicho: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno y es el regalo
para lo mejor que he creado, que es la persona humana. Gracias».
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