viernes, 19 de agosto de 2011

“ESCUCHAD DE VERDAD LAS PALABRAS DEL SEÑOR”

Discurso íntegro del Papa Benedicto XVI a los jóvenes, en Cibeles 18 Agosto 2011.

Queridos amigos:
Agradezco las cariñosas palabras que me han dirigido los jóvenes representantes de los cinco continentes. Y saludo con afecto a todos los que estáis aquí congregados, jóvenes de Oceanía, África, América, Asia y Europa; y también a los que no pudieron venir. Siempre os tengo muy presentes y rezo por vosotros. Dios me ha concedido la gracia de poder veros y oíros más de cerca, y de ponernos juntos a la escucha de su Palabra.

En la lectura que se ha proclamado antes, hemos oído un pasaje del Evangelio en que se habla de acoger las palabras de Jesús y de ponerlas en práctica. Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida. Sin esto, se quedan vacías y se vuelven efímeras. No nos acercan a Él. Y, de este modo, Cristo sigue siendo lejano, como una voz entre otras muchas que nos rodean y a las que estamos tan acostumbrados. El Maestro que habla, además, no enseña lo que ha aprendido de otros, sino lo que Él mismo es, el único que conoce de verdad el camino del hombre hacia Dios, porque es Él quien lo ha abierto para nosotros, lo ha creado para que podamos alcanzar la vida auténtica, la que siempre vale la pena vivir en toda circunstancia y que ni siquiera la muerte puede destruir. El Evangelio prosigue explicando estas cosas con la sugestiva imagen de quien construye sobre roca firme, resistente a las embestidas de las adversidades, contrariamente a quien edifica sobre arena, tal vez en un paraje paradisíaco, podríamos decir hoy, pero que se desmorona con el primer azote de los vientos y se convierte en ruinas.

Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros «espíritu y vida» (Jn 6,63), raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Hacedlo cada día con frecuencia, como se hace con el único Amigo que no defrauda y con el que queremos compartir el camino de la vida. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.

Aprovechad estos días para conocer mejor a Cristo y cercioraros de que, enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Hacedla crecer con la gracia divina, generosamente y sin mediocridad, planteándoos seriamente la meta de la santidad. Y, ante nuestras flaquezas, que a veces nos abruman, contamos también con la misericordia del Señor, siempre dispuesto a darnos de nuevo la mano y que nos ofrece el perdón en el sacramento de la Penitencia.

Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos como se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos.

Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios. Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. 

Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle. Por Cristo lo podemos conseguir verdaderamente y, arraigados en Él, damos alas a nuestra libertad. ¿No es este el gran motivo de nuestra alegría? ¿No es este un suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida, capaz de humanizar a todo hombre?

Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el universo. Él murió por nosotros y resucitó para que tuviéramos vida, y ahora, desde el trono del Padre, sigue vivo y cercano a todos los hombres, velando continuamente con amor por cada uno de nosotros.

Encomiendo los frutos de esta Jornada Mundial de la Juventud a la Santísima Virgen María, que supo decir «sí» a la voluntad de Dios, y nos enseña como nadie la fidelidad a su divino Hijo, al que siguió hasta su muerte en la cruz. Meditaremos todo esto más detenidamente en las diversas estaciones del Via crucis. Y pidamos que, como Ella, nuestro «sí» de hoy a Cristo sea también un «sí» incondicional a su amistad, al final de esta Jornada y durante toda nuestra vida. Muchas gracias.

EL PAPA PIDE A LOS JÓVENES VALENTÍA Y CONVIVENCIA EN SU LLEGADA A ESPAÑA
Benedicto XVI pide a los jóvenes que den un testimonio valiente, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias opciones. El Papa dice que es urgente animar a los jóvenes a permanecer firmes en la fe y afirma que la JMJ trae un mensaje de esperanza en el futuro del mundo y de la Iglesia. Los Reyes agradecieron al Papa su visita, mientras que una ‘joven guardia suiza’, compuesta por unos 60 niños ataviados con el uniforme tradicional, ha dado la bienvenida a Benedicto XVI

Benedicto XVI ha pedido a los jóvenes tras aterrizar en Madrid “que no se avergüencen del Señor” y “den un testimonio valiente y lleno de amor al hombre, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias”. Estas han sido sus primeras palabras en tierra española, durante este viaje para participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, que comenzó el pasado 16 de agosto. En su discurso de bienvenida, el Papa ha señalado que, ante las dificultades y amenazas que les acechan, “es urgente animar a los jóvenes a permanecer firmes en la fe”. “Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo nombre. Pero yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor”, palabras que fueron recibidas con una gran ovación del público. Tras agradecer al Rey sus palabras de bienvenida, Benedicto XVI, interrumpido en varias ocasiones por los lemas y cantos de saludo de los jóvenes, recordó las “inolvidables muestras de simpatía” que siempre ha recibido en anteriores visitas apostólicas a España y saludó a todos los que han contribuido con su esfuerzo y trabajo en la Jornada Mundial de la Juventud, convocatoria que “trae un mensaje de esperanza, que nos llena de confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo”, dijo.

Poco antes de las 12 de mediodía el avión papal ha tomado tierra en el aeropuerto de Barajas. Con una gran sonrisa, Benedicto XVI ha saludado desde lo alto de la escalerilla, acompañado por el nuncio en España, Renzo Frantini, y el introductor de embajadores, José María Rodríguez Coso, que subieron rápidamente para dar el primer recibimiento al Papa. Al pie del avión se encontraban los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, y el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Tras un cordial recibimiento, al que se añadió la presencia de un grupo de niños ataviados con el uniforme de la Guardia Suiza, la banda de música de la compañía de honores interpretó los himnos pontificio y nacional.
En su discurso de bienvenida el Rey ha agradecido al Romano Pontífice su nueva visita a España, “un país abierto al mundo”, en el que “la aportación artística, religiosa y cultural del Cristianismo resultan clave para comprender su identidad”. “Confiamos en vuestro aliento, Santo Padre, no solo para animar a los jóvenes de España y del mundo entero a seguir creciendo en valores, sino para sensibilizar a nuestras sociedades sobre la necesidad de respaldarles en sus proyectos e ilusiones”. Finalizados los discursos, Benedicto XVI pasó a saludar a las autoridades principales: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, los ministros Ramón Jáuregui, Antonio Camacho y Trinidad Jiménez; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, además de otros representantes de los poderes del Estado, así como numerosos cardenales y obispos llegados a la capital. Entre ellos, el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, cardenal Stanislaw Rylko, y César Franco, coordinador general de la JMJ y obispo auxiliar de Madrid. Calurosa acogida Al otro lado de las vallas, unas dos mil personas se habían congregado desde las diez de la mañana. Entre el público se encontraban numerosos jóvenes y familiares de los componentes de la “Joven Guardia Suiza”, que ya se ha hecho tradicional en los recibimientos españoles al Papa. Los niños han ensayado durante meses un cordón de honor a Benedicto XVI a imitación de la Guardia Papal del Vaticano y han tenido que acostumbrarse a verse ataviados con unos uniformes diseñados en los vivos colores de los Medicis.
La gran mayoría de los participantes en este recibimiento son estudiantes de colegios de Madrid, que recibieron la invitación de los organizadores meses atrás. En las dos horas de espera se escucharon canciones y lemas. Los congregados portaban pancartas que recogían palabras de bienvenida al Papa; otros cantaban y agitaban banderitas con los colores vaticanos. “Hemos tenido una suerte tremenda”, afirmaba una de las chicas, “es emocionante poder seguir tan de cerca la llegada del Papa; queremos que el Santo Padre note el calor de nuestra cercanía, así que la espera se nos ha hecho corta”. 

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